viernes, 1 de marzo de 2013

-DIEGO COSTA: ESE BENDITO ESTADO DE ANIMO-

“Señor Costa: la próxima vez guárdese los sonidos de mono”. Estas palabras, twiteadas esta misma mañana por Kondogbia, y que siguen a las pronunciadas por Perquis hace dos semanas, tras la Ida de semifinales de Copa en el Calderón: “Costa es el jugador que siempre querría tener en mi equipo. Nunca en el contrario” marcan la pauta de lo que es, hoy por hoy, Diego Costa. De lo que representa. Como futbolista, sus progresos han sido incuestionables. Poco queda de aquel presunto jugador que pedía a los fotógrafos de As y Marca que no le sacasen la barriga en las entrevistas, o que decidió perder el móvil en Brasil e incorporarse a la pretemporada unos días más tarde que el resto del plantel. Hoy, algo más maduro y padre de familia, se ha convertido en pieza básica en el once del Cholo. Pero no perdamos la perspectiva. Costa no es un crack con el balón. Es un crack en sí mismo. Rápido en carrera, fino trazador de diagonales letales, luchador incansable, mosca cojonera en estado puro, su verdadero valor reside en lo que transmite. Al grupo, a la grada y al contrario. Si analizamos sus virtudes con el esférico, seguramente haya tres mejores en la plantilla que él. O quizá cuatro. O cinco. Y si a eso añadimos el hecho de que cara a puerta es bastante fallón -a pesar de que de vez en cuando nos obsequia con goles como el 0-1 en Sevilla- y que en el uno contra uno suele trastabillarse más que irse del contrario, quizá haría a más de uno replantearse todo el bombo que está recibiendo. Craso error, porque insisto, con él eso es lo de menos. El valor real de Costa es que no es un jugador de fútbol. Es un estado de ánimo. Un bendito estado de ánimo.

1 comentario:

  1. En cuanto a sus virtudes como jugador, sin duda son bastantes aunque efectivamente no es un jugador hábil al uso.
    En cuanto a su excelencia como gladiador del fútbol, a su lucha contagiosa hacia los compañeros, a su condición de atleta incansable y a su evolución como profesional, Costa se ha convertido en el buque insignia del Atlético, el jugador que representa más que ningún otro en el campo el espíritu combativo de Cholo.
    Sin embargo, en lo que respecta al juego limpio y a las virtudes que debe tener un deportista, este brasileño de origen humilde y conflictivo, pese a haber evolucionado bastante, tiene aún mucho que pulir. Es el único lunar que se le puede poner a un hombre que este año ha crecido más incluso de lo esperado.

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