domingo, 30 de enero de 2011

At. Madrid 0 - Ath. Bilbao 2

Otro partido perdido en casa. Otra decepción más. Más de lo mismo.
El planteamiento inicial del Atleti ha sido distinto a lo habitual. Con una especie de rombo en el centro del campo, y digo una especie porque el vértice de media punta a veces lo ocupaba Elías, a veces Reyes, que otras veces caía a un lado u otro. Partido soso, de excesivo control en el centro del campo, aburrido, que tenía pinta de decantarse hacia el lado del primero que marcara un gol.
La primera jugada decisiva del partido fue el penalty de Perea sobre un Llorente que hasta ese momento estaba bastante bien controlado por Godín. No entro a valorar el penalty. Sinceramente, desde mi posición en el campo no me atrevo a decir si fue penalty o no. Veremos las repeticiones en la televisión. La roja a Perea, no sé si merecida o no, como digo, iba a condicionar el resto del partido. El penalty lo tira el propio Llorente fuera, con un David De Gea cubriendo perfectamente el palo hacia el que iba el lanzamiento.
Muy poco después, Forlán, sólo ante Gorka, lanza incomprensiblemente fuera un balón de los que no suele fallar nunca. Mala suerte, mala puntería, mala racha o gafe. Llamémoslo como queramos.
Todo el campo esperando a ver el cambio de Quique porque, con la ausencia de Perea, lógicamente había que dar entrada a otro central (Domínguez) o a un lateral y poner a Ujfalusi de central. Incomprensiblemente, Quique mueve a Ujfalusi de central y pone nada menos que a Elías de lateral derecho. Alucinante. Todos nos frotábamos los ojos, incluido Elías, que no sabía qué carajo hacer en esa posición.
La consecuencia no tarda en llegar. A falta de dos minutos para el descanso, Llorente prolonga de cabeza un balón bombeado al área y Toquero, sólo, completamente sólo, remata a gol desde donde debería haber estado el lateral derecho. Todos nos habíamos dado cuenta de ese clarísimo peligro. Todos menos uno, y ese uno era Quique.
En el descanso calienta Domínguez. ¡Seguro que lo cambia por Elías y perdemos el control del centro del campo! Ese era el comentario general. Claro, si quita a un perdidísimo Forlán para no perder el centro del campo se arriesga a que le silben, y eso debe ser demasiado para él. Salen en la segunda parte y, claro, lo anunciado, Domínguez por Elías y en cinco minutos todos nos damos cuenta de que hemos perdido el medio campo y que el Bilbao llega cada vez con más peligro. ¿Por qué no saca a Juanfran y quita a Forlán? De nuevo todos nos damos cuenta del peligro que corremos. Todos menos uno. El mismo de antes. Quique.
De la supremacía del Bilbao en el centro del campo llega el segundo gol. Superioridad en el centro del campo, pase al hueco detrás de los centrales y Toquero de nuevo fusila a De Gea.
Por fin Quique da salida a Juanfran. Pero, ojo al parche, quita a Luis Filipe. Esquema con tres centrales. Total ya, qué más da. La grada está caliente, el partido perdido, a la desesperada vale todo. La consecuencia es que, ante las acometidas del Bilbao, Reyes se ve obligado a recular y termina jugando de lateral izquierdo. El único que demostraba que podía crear peligro, reculando y jugando atrás.

Resumiendo, nueva catástrofe de partido, nueva hecatombe y un Bilbao que sabe a lo que juega y que nos ha dado un baño mayor aún que el meteorológico, que también ha sido de aupa.
Quique, en rueda de prensa, diciendo que el objetivo sigue siendo Europa después del milagro del año pasado. Si, Quique. Lo del año pasado fue un milagro, pero lo de este año clama al cielo. El objetivo sólo puede ser uno en esta liga. No meternos en problema y en la zona peligrosa de descenso y pasar desapercibidos en la mediocridad de los puestos intermedios de la tabla un año más.

Por cierto, la afición, una vez más, animando a este pésimo equipo y sin meterse con la directiva hasta que ya estábamos con el 0-2 en el luminoso. Las protestas fueron débiles, sin mucha convicción y secundadas sólo por unos pocos  además del fondo sur. Hace falta más, mucho más para hacernos oir y denunciar cuál es el auténtico problema de esta sociedad anónima que no ha levantado cabeza desde que dejara de ser un club de fútbol y de poder elegir a sus dirigentes.

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